Elegida la
idea entre aquellas factibles y viables, y desarrollado nuestro Plan de
Viabilidad, llega el momento de ponerla en marcha, de hacerla realidad.
En este punto,
debemos plantearnos qué tipo de organización es la más conveniente para nuestra
iniciativa y los trámites necesarios para su inicio.
La elección
tendrá en cuenta la aportación inicial, dedicada tanto al cumplimiento de los
requisitos legales como a la inversión que permita un desarrollo a la actividad
propiamente dicha, pues cada una de las formas que elijamos comporta un coste y
condiciona un desarrollo futuro. No obstante, la forma elegida en la puesta en
marcha podrá modificarse a lo largo de la vida del proyecto de actividad,
adecuándose a las vicisitudes de cada momento, en orden a su mejor desarrollo.
Las formas más
habituales para el desarrollo de una actividad económica, sea empresarial,
profesional o artística, son básicamente tres:
a) Como
persona física: trabador autónomo o empresario individual
b) Como
sociedad sin personalidad jurídica: sociedad civil o comunidad de bienes
c) Como
sociedad con personalidad jurídica: sociedades mercantiles (anónima, limitada,
comanditaria, colectiva, cooperativa, laboral) o civiles (asociación,
fundación, civil).
Tanto para
crear la forma de organización por la cual optemos como por el mismo hecho de iniciarla,
al inscribirnos en el Censo de empresarios, profesionales y retenedores de la
Agencia Tributaria, contraeremos una serie de obligaciones y deberemos
cumplimentar un conjunto de trámites ante distintas administraciones. Para
ello, debemos tener claro que:
·
Los trámites para el inicio de la actividad se
realizan una vez y nada más
·
En un proyecto, lo verdaderamente importante es
el estudio previo antes de empezar, porque nos obliga a conocer bien nuestra
actividad y a buscar las condiciones adecuadas para alcanzar el éxito
·
Cada Administración Pública, u órgano de ésta,
tiene su propia organización y unas normas propias de funcionamiento, de manera
que en cada Administración Pública:
1.
Nos informaremos exclusivamente de aquello que
sea su competencia, evitando preguntar por cuestiones que sean de otro ámbito
2.
Cumplimentaremos sus trámites por separado, en
el orden preciso y prestando mucha atención a las fechas y plazos establecidos.
Finalmente, no debemos olvidad
que toda actividad necesita tiempo para consolidarse y hemos de ser conscientes
de ello desde el primer momento. Es este sentido, resulta recomendable fijarse
un plazo para comprobar que nuestra idea funciona, que nosotros funcionamos y
que nuestro entorno nos lo permite. Superado este límite sin éxito, debemos
replantearnos la actividad elegida.
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